domingo, mayo 10, 2009

Capítulo XV. Parte 5.

Laura le pagó al taxista y se bajó. El viejo ni siquiera la pudo acercar a donde estaba su amiga, si no un poco más allá… seguro que estaba asustado con todo eso del accidente raro ese… Se dio la media vuelta y miró a la multitud que allí se había congregado. ¿Qué habría pasado? Se preguntó. Y la curiosidad innata en la mujer la invadió. Pero no, antes de ir a “mirar” por allí, llamaría a Daniel para que por lo menos, luego de las tantas que le había hecho pasar, la fuera a buscar, porque de ahí a que un taxi circulara podrían pasar siglos, y lo que menos tenía ella, eran siglos. Sacó su celular del bolsillo y marcó el número de Daniel.
-¿Aló? –le contesto una voz del otro lado de la línea.
-Daniel, espécimen, me vienes a buscar ahora.
-¿Perdón? –preguntó Daniel, que como Laura había hablado tan rápidamente no le había entendido nada. Ella suspiró exasperada.
-Que me vienes a buscar, sordo.
-Oh… ¿Y se podría saber dónde?
-Por las ruinas…
-Laura, estoy medio ocupado ahora, así que…
-Nada que estás ocupado. Me vienes a buscar, estoy sola, hay un accidente y me da miedo, más encima tengo que ir a buscar a mi amiga Mapa.
-La compañera de Eduardo.
-Sí –respondió Laura a regañadientes, quien pensaba que cada segundo de explicación se podía ahorrar.
-Oh…
-Así que te espero en… -Laura miró su reloj –veinte minutos.
-Estás loca.
-Animal, no estoy molestando. Algo raro anda pasando y no sé… por favor, ven a buscarme. Lo haría sola, eso de ir a buscar a mi amiga, pero necesito apoyo, ¿entiendes?
-¿Y yo soy tu apoyo? –Laura podía imaginarse la cara de Daniel al decir la frase. La ceja levantada y los labios muy juntos.
-Claro… ¿en quien más puedo confiar si estoy entre gente sicótica?
-Pero yo soy uno de ellos…
-Por eso… si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a mahoma. ¿Captas?
-Mm, “capto”… a ver, mira… Podré ir, pero no te garantizo que sea en veinte minutos.
-Daniel… -se quejó Laura.
-Lo siento preciosa, las cosas aquí tampoco están como para que yo me vaya así no más, lo que voy a hacer, de irte a buscar, es como contra las reglas. Siéntete afortunada.
-Nada que afortunada acá. Me vienes a buscar y punto, míralo que andar diciendo que es un privilegio tu compañía… la mía lo será…
-Laura…
-Ya oye, apúrate no más. Que ya me entró el cuco.
-Ok, adiós.
-Chaolín no más.
Laura le cortó el celular y respiró hondo con la mirada sombría. La verdad es que tenía mucho miedo, pero no tenía a nadie a quién más acudir… Su amiga la esperaba, Eduardo… bueno ese, de seguro escapando de algo. Daniel la venía a buscar a regañadientes y Estheffi perdida… Y Osvaldo… ¡Y Osvaldo! Claro… él podría ver qué onda con Estheffi… Caminado hacia el lugar del accidente le marcó a su amigo.
-¿Sí? –le respondió una voz soñolienta.
-Os, tienes que ayudarme.
-¿Laura?
-¡No! Si tu mamá… sabes que soy yo… Ya, necesito que te levantes.
-Estoy durmiendo…
-Osvaldo, esto es de vida o muerte.
-Como todo lo demás… -se quejó Osvaldo por el otro lado de la línea.
-Lo siento, pero en esta situación en la única persona que puedo confiar es en ti. ¿Me entendiste?
-¿Y tu novio?
-Lo tengo haciendo otras diligencias –le respondió Laura sonriendo ante la palabra “lo tengo”.
-Ah… pero, en el caso de que te ayude…
-Animal…
-En el caso de que te ayude –repitió Osvaldo -¿qué se supone que tengo que hacer?
-Ah, simple. Buscar a Estheffi.
-¡¿Simple?!¿Estás demente?
-Bájame el tonito molde de ser humano, mira que me debes unas cuantas…
-¿Pero dónde la buscaría?
-En el aeropuerto… yo estoy cerca, pero ocurrió un accidente así que no voy a poder llegar, más encima que la Mapa me pide que la vaya a buscar…
-¿Qué está pasando Laura?
-No sé, amigo… no lo sé. Y parece ser que soy la única movilizándose, porque la pobre de mi amiga está aislada en algún lugar dónde la dejó su “novio”. Y el animal de Daniel me tiene que venir a buscar a mí.
-Mm, -Laura oyó un suspiro y sonrió. Osvaldo la ayudaría. –Escucha lo que haré. Me vestiré e iré a buscar a mi prima.
-¿Camila?
-Sí, ella sabe más de estas cosas, y bueno… si es peligroso ahí veré como me las arreglo.
-Sabes que ya me está dando miedo todo esto, prefriero que no interfieras en nada.
-Lo siento amiga, ya me avisaste así que ahora me toca cooperar a mí. Adiós.
-¡Osvaldo! –por toda respuesta se oyó clic y Laura quedó con la boca abierta.
¡Demonios! Gritó ella dentro de su mente. Ahora, por su gran bocota su mejor amigo estaría en peligro. Perfecto, lo que le faltaba, ser ella la única a salvo en esos momentos. Como si todo lo demás no fuera ya malo, más encima ella con la responsabilidad de contactar a todo el mundo y con el miedo de que le pasara algo a las personas que quería… No se había dado cuenta de que había llegado casi al accidente. No había mucha gente por lo que pudo perfectamente mirar lo que allí pasaba. Casi se desmaya cuando vio a Eduardo allí, sentado en un piso desplegable abrigado. Frunció el ceño al ver que el pobre no estaba solo y que dos tipos de casi dos metros estaban a su lado, mal heridos, pero vigilantes. Tragó saliva. Algo raro se había puesto en marcha aquella noche… y todo estaba apunto de reventar. Reflexionó acerca de ir hacia allí y hablarle a Eduardo, pero sabía muy bien que esos dos tipos no la dejarían ir así, fácilmente. ¿Qué hago? Se preguntó. Pero sabía que no tenía opción, es más, nunca la había tenido. Ya estaba metida hasta el cuello en estos asuntos y no saldría hasta que supiera que todo volvía a la normalidad. Se corrigió. Al la normalidad para ella y para su amiga Mapa.
Se adelantó unos pasos. Un policía la interceptó y la detuvo.
-No se puede pasar.
-Pero conozco al chico. –Le dijo. Se mordió el labio cuando utilizó la palabra “chico”, Eduardo parecía muy mayor para que se utilizara aquella palabra con él.
Estaba dicho. Ya no había vuelta atrás. Sintió como las tres personas sentadas al lado de la ambulancia levantaban la vista y la observaban.

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