-Eso es todo. –Dijo Laura finalmente luego de exponerle el simple plan de que corrieran apenas ella viera el Mustang de Daniel. Eduardo levantó la ceja.
-¿Y piensas que saldrá bien?
-Eso creo—
-Estás loca. –Le dijo interrumpiendo lo que sea que ella fuera a decir. Laura le dio una palmada en la mejilla.
-Es simple, es muy factible, y lo sabes, y, además, confío en que mi Dani nos saque de aquí.
-Confías bastante en ese tipo, veo…
-Sí. –le respondió ella sonriente.
-No, si no era un cumplido. ¿Qué no sabes que los tipos estos…? No los mires.
-Ah, sorry.
-¿No sabes que estos tipos trabajan para la misma organización que “tu Dani”?
-Oh… -exclamó Laura asintiendo, -no, no sabía.
-¿Y tú crees que me salvará? Él no se pondría en contra de su propia sociedad…
-Uh… No había pensado en eso…
-Eso estaba claro –bufó él sin un solo atisbo de humor en la voz.
-Y yo que pensaba ir a buscar a la Mapa con él…
-¡No! –le gritó Eduardo. Laura se fijó en que ambos tipos hicieron el además de levantarse. Ella rápidamente les sonrió, y antes de que ellos pudieran entender el gesto ella se volvió rápidamente hacia Eduardo y lo fulminó con la mirada.
-Eso, grita todo, y nos vamos a la punta del cerro…
-Fue un desliz –se excusó él carraspeando. –No quiero que ella tenga contacto con ese tipo.
-Pues estoy segura de que él me ayudará.
-Claro… y el gallo canta de noche… Tu seguridad no salvará a Ale.
Laura lo quedó mirando y sonrió. Su amiga por fin había encontrado al tipo para ella. Bueno, Laura hubiera esperado un inglés, pero el tipo bien podía serlo, con la pinta de galán de cine que tenía…
-¿Qué? –inquirió Eduardo frunciendo el ceño.
-Tú la quieres… -Eduardo miró hacia otro lado y Laura notó la incomodidad en él. -¡La quieres! –exclamó riéndose.
-Ahora tú nos mandarás a la punta del cerro.
-Oh, perdón, es que no me contuve. –Laura echó una rápida ojeada a los tipos que seguían mirando como buitres hacia su presa.
-Además no es tu problema… -murmuró él mirándola.
-Es mi amiga…
-Cambiemos de tema, -propuso él mirando a los tipos y volviendo, luego, su vista hacia ella. –Deberíamos discutir sobre nuestra escapada…
-Hazme caso animal, lo más simple es lo que siempre funciona…
-¿Y de donde sacaste tamaña teoría? –preguntó el irónico.
-Bueno a mí siempre me funciona…
-Claro…
-Y aquí me ves pues, sin peligro alguno sobre mí. Daniel no dejaría nunca que nada me pasara…
-Ojala pudiera decir lo mismo de mí –murmuró Eduardo mirando hacia el suelo.
Laura se mordió el labio inferior y luego le dio un pequeño golpe en el hombro.
-Ella está bien grandecita para saber en lo que se mete, ¿no? Así que no te eches la culpa.
-Pero…
-Pero nada, mira, ahora vamos a volver y yo me voy a largar, diré que tengo que ir a tomar un taxis o algo, espero a que llegue mi Dani, luego le digo al policía que me detuvo recién que te llame y que diga que tienen que preguntarte algo por simple rutina, te tomo de la mano y te llevo corriendo al Mustang.
-Así de simple. –Señaló él.
-Claro.
-Excelente plan.
Laura miró por el hombro de Eduardo y tragó saliva.
No se había dado cuenta de que los tipos de habían ido acercando hasta que el tal Ismael habló sonriéndole como quien ve que ya no puede perder. Eduardo la miró ella con horror y ella le devolvió la mirada. El otro tipo, tomó a Eduardo del hombro y le obligó a darse vuelta.
-Creo que ya está bueno de que trates de escapar. –Le dijo Ismael sonriente- Luego miró a Laura y a esta se le congelaron los pensamientos. –Tú te vas a quedar con nosotros… veo que vienes a ayudarlo así que…
-Ella no tiene nada que ver –le interrumpió Eduardo mirándolo a penas.
-Eso lo decido yo ¿no crees? –El otro tipo comenzó a empujar a Eduardo a que caminara hacia donde habían estado sentados antes. Ismael se puso frente a Laura y le sonrió victorioso. –Señorita Ponce, debió usted haberse quedado en su organización y no meterse con nosotros.
-¿Organización…? –preguntó ella. ¡Yo no pertenezco a ninguna organización gran gorila!
-No se haga la que no sabe nada, ahora, como metiche, deberá usted acompañarnos… aunque no creo que corra la misma suerte que su colega…
Tipo bruto serás… ¡Y no es mi colega! Laura trató de decirlo, pero no le salía palabra alguna de la boca. Estaba en problemas y ahora, para más remate, el tipo le, mandaba la mirada más lasciva que hubiera visto en años. Estos tipos estás necesitados… nadie se fijaría en mí para “eso”… Carraspeó tratando de que la voz le saliera, pero era imposible. Ismael al verla así la tomó muy fuerte del brazo y la condujo a donde mismo estaba Eduardo, ahora sentado con la mirada caída. Y este tipo se da por vencido al tiro… se molestó ella.
No, las cosas no podían ir así… No, no y no… algo tenía que ocurrírsele… aunque ahora su cerebro estuviera asimilando lo que fuera que iba a sucederles… tenía que pensar en algo… y rápido.
Daniel detuvo el Mustang solo diez metros pasado el accidente. Esperaba ver a Laura sentada con la mirada fiera por haber llegado tan tarde. La buscó, pero no la pudo encontrar. Dónde se habrá metido esta otra… se preguntó. No quería bajarse del auto. Había pensado que la recogería, buscarían a su amiga y la llevaría a casa. Pero la muy perla no aparecía… Con un bufido apagó el motor y se bajó. Miró alredor, pero solo logró ver gente amontonada mirando copuchenta hacia el accidente. Capaz que la muy sapa esté allí, iré a ver… Pero antes de caminar un poco se fijó en una cosa blanca que sobresalía del piso. Se acercó y lo tomó.
Era un pequeño celular, que él solo había visto una vez en las manos de alguien a quien quería mucho…
-¿Dónde estás? –murmuró Daniel mirando el celular y luego hacia la turba de gente amontonada alrededor del accidente. Perfecto, ahora no se podría contactar con ella pues la muy pava había perdido el celular.
Volvió lentamente hacia el Cobra y entró. Estaba un poco preocupado, aunque solo un poco, no podía haberle pasado nada malo, o sea, a lo mejor encontró un taxis que la llevó a donde su amiga estaba e iba a llamarlo para avisarle, pero la muy despistada no encontraría su celular pues se le había caído… Sí, eso debe ser… decidió marcarle a su amiga Mapa –como ella le decía-, sólo para saber si Laura estaba con ella. Le diría que se quedaran allí y que él las pasaría a buscar. De cualquier forma tenía que verla esa noche. Así, en el caso de que muriera, ella se llevaría un recuerdo más reciente de él, y no sólo la llamada telefónica. Marcó el número que Laura tenía de Ale y esperó.
-¿Aló? ¿Laura? –le respondió una voz muy angustiada.
-No, soy Daniel. –le dijo él frunciendo el ceño. Estaba seguro de que Laura estaría con ella.
-¿Y Laura?
-¿No está contigo?
-No –respondió la voz chillona de la otra línea. –Tenía que venir a buscarme.
-Lo sé –le dijo él –pero no la encuentro.
-¿Y cómo entonces tienes su celular?
-Estaba en el piso. Se le cayó seguro…
-¿Entonces no está Laura contigo?
-No –le dijo él. –A lo mejor ya va de camino a buscarte.
-No creo, no ha pasado nada desde que Eduar… -la voz se detuvo.
-¿Desde qué? –le instó Daniel a seguir.
-Desde que me dejaron aquí.
-Entonces estás segura de que no está allí.
-Ya te dije que no. –Le respondió la voz exasperada.
-Bueno, tengo que preguntar, estar seguro.
-¿Y que sacaría yo mintiéndote?
-Mm, bueno, nada, pero quien sabe, estás con ese tipo, bien puedes saber manipulación y esas cosas…
-Oh por favor, ¿vamos a pelear por teléfono?
Daniel alejó el auricular de su oreja y lo miró. Nadie le hablaba así, bueno, nadie que no fuera Laura… ella era la única que lo mandaba al África cuando él se ponía a pelear por tonteras. Volvió a ponerse al teléfono.
-¿Qué hacemos?
-¿Y me preguntas a mí? Estoy aislada hace más de cuarenta minutos…
-Bien, bien… -Daniel se mordió el labio a sabiendas de que se arrepentiría el resto de su vida de lo que iba a hacer. –Espérate allí, yo te pasaré a buscar. No te muevas, luego de eso me ayudarás a buscar a Laura.
-¿Me vas a pasar a buscar…?
-¿No quieres? –preguntó él riendo.
-No, no es eso, es que…
-Guárdate los comentarios hasta que estemos cara a cara. –Le interrumpió él.
-Ok.
Clic.
Daniel no se despidió ni nada. Arrancó el auto y se fue raudo por la carretera.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario