Esta chica tenía unas ocurrencias muy acertadas. Se notaba que era amiga de Ale, no la podían hacer tonta. Eduardo se volvió a la puerta y habló sin mirarla.
-Creo que esperan algo. No sé. Tal vez me lleven a un lugar y estaremos separados, nos preguntaran cosas, qué se yo…
-Oh… así que de verdad no sabes nada.
Eduardo se volvió a ella y frunció el cejo.
-¿Cómo que no sé nada?
-Lo que me dices es obvio, animal. Hasta yo pensé en eso, no es muy difícil de adivinar.
-Mm, veo que no eres nada de tonta.
-Claro que no –le respondió ella sonriente.
Bueno, por lo menos ambos estaban en las mismas, así que a pesar de sentirse culpable la compañía de ella lo hacía sentirse normal. Como si nada de estar encerrados a punto de morir estuviera pasando, si no, como que por casualidad ambos se quedaron encerrados en una pieza. Nada más.
-Oye, -lo llamó ella.
-Dime.
-¿De verdad te gusta la Mapa?
Lo que faltaba, que le preguntaran cosas íntimas. Bueno, eso pasaba en la vida normal de alguien, además ella, si salía de esta claro, lo iba a saber de todos modos pues Ale le contaría. Suspiró y se sentó donde ella había estado anteriormente.
-Sí… -le respondió a regañadientes. Laura se acercó a él divertida y se sentó a su lado con la curiosidad saliéndosele por los ojos.
-Oh, y ella a ti supongo…
-Claro.
-Mm… -fue lo único que dijo ella. Eduardo frunció las cejas.
-¿Qué pasa?
-Nada, es que…
-Dime.
-Es que es re difícil que alguien le guste a la Mapa.
-Primero que nada, ¿porqué le dices “Mapa”?
-Ah, -Laura se rió. –La verdad es que no sé porqué. Tal vez la vi con cara de algo alguna vez… siempre le he dicho Mapa. ¿Entiendes?
-Mm… -no entendía, pero no iba a entrar a preguntarle daba lo mismo como llamara a Ale –como sea, continúa.
-¿En qué iba? – Laura se puso el dedo en la boca -¡Ah! Ya me acordé. Es que te digo que es re difícil que a la Mapa le guste alguien, por que ella es como re especial.
-Sí, eso lo noté.
-Si, pero no digo en el ámbito de que ella sea media rara, eso lo sé. Lo digo que a ella no le gusta cualquiera.
-Oh, ¿y cómo es su prototipo? ¿Me puedes contar?
-Jajá –rió Laura –Una vez dijimos que a ambas nos gustaría un tipo con piel verde, tres ojos y de pelo morado. Porque nuestro hombre ideal no existía.
-Pero tú hallaste a uno…
-Y ella también, aunque no sé si yo tanto así…
-¿Por?
-Yo entiendo perfectamente que él es malo.
-¿Ya?
-Y eso. –Laura bajó la cabeza cabizbaja. –Tal vez sea mejor dejarlo…
-Mm, cierto. Pero yo también puedo ser malo para Ale.
-Quizá, pero eso lo tiene que ver ella. Ahí yo no me meto.
-¿En serio? Por que, déjame recordarte, que no hace mucho le enviaste un mail, diciendo cosas como que se alejara de mí…
-Ah, pero fue porque recién estaba entendiendo cosas, porque Daniel me había hablado de lo que tú hacías… -Laura bajó la voz y Eduardo escuchó sólo murmullos –ahora sé que él es el que hace las cosas mal.
-¿A qué te refieres?
-Yo sé que no mataste a su hermano.
-Oh, a eso. ¿Estás segura?
-Sí, -Laura lo miró –no eres tan malo como para eso. Proteges a mi amiga con mucho valor, nadie como tú puede haber matado a alguien.
-Pero él no cree lo mismo.
-Sí, ya me di cuenta.
Eduardo la miró detenidamente. De verdad, ella parecía debatirse entre estar bien ella o estar con Daniel, lo que equivalía a estar insegura todo el rato. Claro que ella entendía que él no había sido quien había matado al hermano de Daniel, ella entendía perfectamente que era imposible, pero hacerle entender a Daniel eso, era prácticamente imposible.
-¿Qué? Te quedaste callado.
-Nada, pienso…
-¿En la Mapa? –Eduardo se rió.
-Claro, en la Mapa.
Le hacía bien estar allí con ella. La chica tenía algo que lo hacía relajarse, y aunque eso fuera momentáneo lo hacía sentirse ligero, lo hacía sentirse bien.
La puerta chirrió. Se levantó en un segundo y puso a Laura detrás. Era obvio que el momento de felicidad había acabado, y por un momento se había olvidado de donde se encontraban, pero por lo visto, el mundo había seguido en marcha, aunque él no lo había notado para nada. Se envaró. Si alguien iba a hacerles daño, que primero fuera a él. La chica no tenía nada de culpa, y por primera vez en su vida, deseó que Daniel llegara.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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