Después de esperar casi media hora sentada y sola, en la gran mesa del casino a Ale no le quedó otra que tomar sus cosas para irse. Era uno de esos días de clases agotadores, y mas encima solo tenía una hora para almorzar, y ya había pasado demasiado tiempo, no iba a alcanzar a sacar unas fotocopias si seguía esperando. Así que sin ni siquiera despedirse de una Laura perdida entre la multitud, caminó lentamente hacia la puerta del casino... a ver si es que podía ver nuevamente a aquel personaje que le causaba curiosidad, pero nada, la fila estaba tan llena que mejor decidió no seguir dando la hora e irse. Estaba en eso, cuando le tocó la parte más difícil de salir del casino: empujar la puerta. Es que a veces se le confundía cuando decía: empuje o tire, no sabía cual de las dos cosas hacer, así que siempre que llegaba a esa parte veía a las personas que entraban para ver como habrían la puerta, no confundirse y que no le llegara el gran vidrio en la cara. Ya casi en la salida sintió un grito.
-¡Mapa! ¿Oye a dónde vas?
-Es que ya es tarde tengo que sacar fotocopias, igual da lo mismo almorzar
-Pero no seas tonta, si hoy mas que nunca esta re rico el almuerzo, aunque me gustan mas lo de mi casa, me encantan los huevos fritos con arroz y vienesa...que lata que acá no hagan de eso.
- Pero es que verdad que no puedo.
-Ya córtala ven...es que no te he contado nada....-empezó a caminar Laura tomándola del brazo y empujándola hacia el casino nuevamente.
Laura era siempre tan peculiar. Siempre con una historia que contar, al contrario de Ale, que si tuviera algo bueno y nuevo que contar de seguro que habría un terremoto algún día. Así que Ale accedió ante la palabrería de Laura para ver si le alegraba un poco el día.
-¿¡A que no sabes!? Leíste mi mail ¿¿cierto?? – Laura siempre hablaba como para que todo el mundo escuchara su historia. No lo hacía a propósito claro.
-Obvio, -le respondió Ale sentándose en la silla. –Si hasta te respondí, aunque ese Daniel no sé, como que no me da buena espina, ¡si es un niñito!
-¡Ya no molestes! ¡Si es mi negro lindo! –le dijo. –Me encantan los morenos –añadió Laura riéndose.
- ¡¡Jaja!! ¡¡Pero este no tiene moto!! –se burló Ale dado el loco amor que sentía Laura por Jacob, el hombre lobo de la saga de Sthepenie Meyer.
-Son detalles, -refutó Laura. -Yo cuando entre a trabajar le compro una...
-Ok yo ya lo quiero ver...
En ese preciso instante se acercó a la mesa aquel personaje y Marisol pensó para sí misma: se parece a Edward, y no era desvariación...era casi igual. Claro que al Edward de su mente. Pero si se lo digo a Laura capaz que me moleste hasta el año nuevo, así que mejor me quedo callada por un tiempo.
En realidad a ella no le gustaba revelar sus sentimientos tan fácilmente, prefería estar segura. En cambio a Laura eso si que no le importaba, todos podían ser parte de su entusiasmo y alegría ante cualquier acontecimiento. En realidad lo que digieran de ella no le importaba mucho, si tenía que gritarlo lo hacía, eso sí que era bueno, sirve para no ahogar tu alma.
-¡Hola! –Saludó el chico -Llegué...en realidad la fila si que estaba larga... –Dijo dejando su bandeja en la mesa y tomando asiento tan delicadamente como si la silla se fuese a despedazar al menor movimiento.
-Shis... –se quejó Laura -Sí que te demoraste... ya tenía hambre, bueno pero no importa, mira ella es mi amiga Ale.
-Hola -respondió Ale de lo más normal, no quería que se notara el pequeño nerviosismo que la invadía.
Ale noto que la expresión de Eduardo no era la de un chico habitual, tenía como algo detrás de los ojos, como algo que no quisiera revelar. Son puras tonteras las que se me ocurren- pensaba Ale -estoy leyendo demasiado, la culpa la tiene Laura que me contagia.
-Como que el ambiente se corta con tijera... –apuntó Laura luego de ver que ninguno de sus amigos hablaba. -¿¿Qué onda?? Ya Eduardo háblate algo, ¿de cuando tan serio por la vida?
-Es que estoy apurado, tengo que estudiar para una prueba.
-¿Y cómo es eso? –Inquirió Ale, casi con burla –Si Laura nunca estudia, yo pensaba que todos sus compañeros eran igual de secos que ella –terminó riendo irónicamente.
-¡Já! no, -rió Eduardo celebrando el chiste -lo que pasa es que no somos compañeros de carrera, yo soy de Ingeniería Civil Industrial.
-Ah....que lindo, harta matemática ¿o no? -quiso saber Ale, retorciéndose el labio por dentro, por hacer tamaña pregunta estúpida. Era obvio que los Ingenieros civiles tenían un millón de matemática en su malla.
- ¡¡Jajajá!! -rió Laura -O sea mapa en que mundo vives, ¿qué no te había dicho que con Eduardo nos conocimos en el estacionamiento?
-Amélie de lo único que me hablas es de Daniel... no tienes mas tiempo que para hablar de él.
-A de veras, -concordó Laura -Pero ya no, desde hoy busco un nuevo Jacob, bueno mejor desde mañana.
-¡Jajá! –Rió Ale -ojala...
-Ah si, Mapa y eso, lo que pasa es que yo iba así apurada para llegar a clases porque a Fabi se le ocurre que vayamos con Nea al mall a comprar algo, y a gastar vales Sodexho, así que como yo soy tan buena onda fui, pero me había olvidado que tenía clases a las tres, así que le dije a Nea que por fa se apurara, porque íbamos en su auto y tanto la apuré, que se estacionó re mal la pobre acá arribita de las R y casi chocamos el auto de Eduardo, y mas encima a las perlas de Fabi con Nea se les ocurre hacerse las locas y se fueron, me dejaron botada y yo tuve que dar las explicaciones al pobre de Eduardo, si no hay visto nada. ¡El medio auto que se gasta este animal! – Laura siempre trataba a la gente de animal. No era un insulto, pero para ella era más fácil decir eso que llamar a las personas por su nombre.
-Mira tú, que mejor manera de conocer a alguien –dijo Ale pensando en que Amélie ya tenía su nuevo punto de mira, estaba al acecho, a solo diez centímetros de ella, tal vez quería que su nuevo Jacob fuese Eduardo. Pero que estupideces estoy pensando, ¡Si Eduardo no es moreno! al contrario.
Se produjo un gran silencio y sonó el celular de Eduardo. Lo tomó ágilmente y contestó.
-¿Aló? ...sí, si ya voy, estoy terminando.... Mm.... ¿bueno te repito las coordenadas o te quedaron claras?
De repente Eduardo se dio cuenta que no estaba solo, y tanto Ale como Laura estaban pendientes de lo que hablaba.
-Te hablo después, no tengo tiempo...
Solo murmullos fuertes se escuchaban....
-Si, si te dije que después....- y cortó bruscamente.
-Oye relájate, -le espetó Laura -si yo no soy un espía para que hables en clave con tus amiguitos.
-Me tengo que ir, nos vemos- dijo repentinamente Eduardo, con un marcado aire de preocupación. Nos vemos Laura...ah, y Ale.
-Adiós –respondieron al unísono ambas y se quedaron pensativas en la mesa.
-¿Qué le habrá pasado a este tipo? - preguntó Laura.
-Apenas lo conocí hoy Laura, tú deberías saberlo.
-Ah, ¡pero no se todo Mapa! Tengo llenos de verbos mi cabeza como para también aprenderme las vidas de cada uno de los chicos que conozco… ¡O sea!
-¡¡Ah!! ¿Así que chicos? ¿O sea es tu nuevo chico?
-¡¡Yaa!! No te pases rollos, aunque no lo creas este chico no es mi tipo –Cambió el tono de voz a uno más serio- De verdad, como voy a estar mintiendo así... ¡Aunque si que esta bueno!
- Laura, ¡piérdete una! –se burló Ale. La verdad es que la respuesta de Laura la había tranquilizado un poco.
-Oye Mapa mira, -la llamó Laura -está mirando para acá…
-¿¿Dónde?? –quiso saber ella, se dio vuelta para mirar pero Eduardo ya se había ido.
-Ah Mapa es que eres tan lenta tu… no entiendes nada... miró para acá bien raro.
-Mm qué miedo.
-Si, pero demás que el tipo solamente tenía que hacer diligencias, no me da mala espina.
-A mi tampoco –convino Ale.
- Pero lo habías visto antes o ¿no?
-¿Yo? Obvio que no, si no me fijo en esas cosas –mintió Ale, riéndose para adentro.
-¡¡Yaa!! La Mapa siempre tan mentirosa! ... bueno ya.
-¿¿Te diste cuanta de lo que dijo en la conversación?? –Preguntó Ale luego de un rato en que miraba a Amélie comer.
-Eh no... –admitió Laura.
-Algo de unas coordenadas... Mm interesante.
-¿¿Coordenadas?? ¡¡Já Já!! ¡Quizás se cree de la fuerza aérea!
-Ah Laura...no era de chiste, de verdad, eso de las coordenadas parecía como algo serio.
-Ah Mapa, ya te dije, no te pases rollos, mejor ándate que ya es tarde, y me vas a echar la culpa de tus atrasos después.
-Ya me voy entonces –Ale se levantó de la mesa. -¡Adiós! ¡Cuídate y saludos a Jacob!
-¡Já! -Rió Laura casi sin ganas. -Si y tú a Edward...
-Eh claro...de tu parte.....
Ale se fue caminando, bueno, mas bien corriendo, le tocaba un taller extra de álgebra en los Quesos, esas salas gigantes. Así que corrió mas de lo habitual, pero la puerta de enfrente estaba cerrada, así que tuvo que irse por la de atrás y subir la escalerita, cuando en ese instante sintió el rugir de una moto, estaba estacionada atrás de los quesos, y el conductor era el mismo Eduardo, ¿pero que no tenia un auto había dicho Laura? se preguntó Ale.
La moto rugió aún mas fuerte, y de pura curiosidad Ale se dio de nuevo la media vuelta en los quesos para ver de cerca la moto, estaba en eso, cuando la moto dio una vuelta en círculo, que casi la deja botada en el piso.
-¡Para la otra te fijas! –vociferó Ale enojada.
-¡Tú debes tener cuidado! -gritó Eduardo. Y partió rápidamente en dirección al sur.
El intento por entrar por la puerta trasera de la clase no dio resultado, el profesor no dejaba entrar a nadie más. Así que decidió llamar al celular de Amélie para contarle lo que pasó, pero el celular estaba muerto, sin cobertura.
-¡Ah! ¡ Laura! siempre con su celu muerto...
Así que dejo un mensaje en el buzón...
-¡Oye Laura! ¿A que no sabes? Casi muero... y mira quien fue el culpable...
La hora de clases ya había pasado, y sola sentada, esperando a que salieran sus compañeros sintió un rugido, el mismo que el anterior.
-A no...Ahora si que me va a escuchar.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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