domingo, abril 12, 2009

Capítulo VII. Parte 2.

-¿Por qué estabas en la U?
-No estaba ahí. –respondió él sin pensar.
Laura recordó el póster. El Casino Enjoy, nuevo en la ciudad, estaba muy cerca de la Universidad Católica del Norte, en donde Laura y Ale estudiaban. Pero prefirió pasarlo de largo. No quería saber, ya le bastaba con lo otro.
-Te vi, -continuó Daniel. –Mientras andaba dando vueltas con el auto, ¿No ves que es nuevo? Y como supuse esperabas la micro, no me molestaba llevarte. Así que me acerqué. A propósito, ¿por qué vas al aeropuerto?
-Me llamó una amiga de España, está de vacaciones y me vino a ver.
-¿De España? –inquirió Daniel con un hilo de voz muy notorio.
-¿Pasa algo malo?
-No, nada –Daniel se aclaró la garganta –curioseaba.
-Ya, y las vacas vuelan.
-No te pongas cargante ¿vale?
-Pero es que te pones todo así raro y me pides que no pregunte. Quiero saber porqué. ¿Qué tiene que sea de España?
-Nada, ya te lo dije.-Frenó delante de un semáforo rojo y se dio vuelta a mirarla-. Sinceramente, ¿ella te pidió que la fueras a buscar?
-No, pero… -Laura entrecerró los ojos dándose cuenta de algo muy obvio. -¿A dónde ibas ahora? –preguntó. Daniel apretó el volante. Laura esperó la respuesta.
-Si ya sabes para qué preguntas –le respondió él a regañadientes. Laura sonrió satisfecha de su deducción. Aunque la sorpresa era más grande.
-No puedo creerlo.
-¿El qué? –preguntó él cuando comenzó de nuevo a acelerar. Ahora iban por la avenida Edmundo Pérez Zujovic.
-Tú ibas a buscarla ¿No? –Laura al notar que Daniel apretaba la mandíbula y campante sonrió-. Soy seca.
Daniel suspiró.
-No debí contarte.
-Pues ya lo hiciste. A lo hecho pecho.
-Te tomas todo a la ligera –le dijo un poco fastidiado.
-No es eso –confesó ella. Daniel advirtió que un dejo lóbrego en la voz de Laura.
-¿Qué es entonces? – preguntó.
-Prefiero tomarlo así porque si lo hago seriamente voy a pasarlo muy mal.
-Explícate.
-Lo que tú haces no es un juego, y lo tengo bien claro. Me da mucho miedo que te pase algo malo, y te conozco, sé que entre más peligro mejor para ti. No te rías. –Le espetó al ver que él esbozaba una sonrisa-. No es gracioso, aunque tú no me lo creas yo me preocupo mucho.
-¿Por mí? –dijo incrédulo.
-No, por el rey de Francia. Obvio que por ti LOL.
-Pues no debes.
-Ya no puedo, a demás te quiero mucho como para dejarlo pasar.
Daniel soltó la manija de cambios y le tomó la mano.
-Yo también te quiero, y por eso hubiera preferido no meterte en esto.
-Pues ya lo hiciste.
-A demás ya no saco nada.
-¿Cómo?
-La conoces, y ella a ti. Entre mujeres no hay secretos.
Laura prorrumpió en risas.
-Sabias palabras, muy sabias.
El resto del camino hablaron de temas irrelevantes, como de la mala nota que Daniel se había sacado en inglés, del examen que hizo Laura en el que se había sacado un 0.6 y de cosas que por unos instantes les hicieron olvidar los asuntos que les llevaban hacia el aeropuerto.
Ya iban por el cementerio Parque del Recuerdo y Laura percibió que Daniel se ponía triste de repente.
-¿Todavía le echas menos? –preguntó cautelosa, sabedora de que el tema de la muerte de su hermano era muy delicado.
-Mucho.
Laura no dijo nada más, el respeto por Daniel era más grande que su curiosidad. Prefirió Cambiar de tema.
-¿Qué modelo de auto es?
-Un Mustang. –Laura lo fulminó con la mirada.
-Sé de autos, sé que es un Ford Mustang. Y te pregunté por el modelo no por la marca.
-Ah, pensé que tendría que explicártelo.
Laura esperó con una ceja más arriba de la otra.
-Habla, y verás. –Daniel suspiró divertido.
-Es un Shelby Cobra/SVT.
-¿Con un motor V8 súper compresor y con 5,4 litros, 32 válvulas y una potencia de 500 CV acoplado a una transmisión manual de 6 velocidades?
Daniel abrió la boca, pero como no podía quitar la vista de la carretera Laura se quedó con las ganas de poder verle la expresión completa. Aunque lo de la boca le bastaba.
-Te dije que sabía.
-¿Y de cuando?
-Mm, digamos que una vez me interesó un Volvo y veía los autos a cada rato para ver si encontraba uno.
-Acá en Antofagasta no hay volvos.
-Más tarde me di cuenta, pero no si antes saberme la marca de los autos y los modelos más recientes.
Daniel sonrió.
-Eres una caja de sorpresas.
Laura se rió. Pero vio de pronto el edificio que se alzaba a lo lejos.
Estaban por llegar.

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