De vez en cuando se sentía observada, y eso no la dejaba tranquila, cuando Eduardo pasaba por las mesas vigilando, era como que siempre se acercaba más a su lado que al de los demás. Eso le daba vergüenza, pues si estaba habiendo algún cálculo mal él se daría cuenta y se reiría por dentro. Lo peor de todo era que tenía una duda, y no podía seguir desarrollando el problema con ella. Entonces pensó. ¿Que pasa si le pregunto? ¿Sabrá a lo que me refiero? ¿Tendrá alguna idea de contabilidad? La verdad era que si seguía con esos cuestionamientos se llevaría toda la prueba así y de seguro no le iría muy bien, así que levantó su mano y lo llamó.
-Tengo una duda –preguntó en un susurro cuando Eduardo estuvo lo demasiado cerca como para escucharla.
-Dime –le dijo él con tono amable
-Pero… ¿tienes alguna idea de contabilidad?
-¿Esa es tu pregunta? –inquirió él irónicamente.
-No, -le respondió ella con ojos amenazantes. –Quiero saber si tengo que agregarle la utilidad al monto neto o al bruto.
-Siempre al neto. -Le contestó acercándose a ella, para que sus compañeros no escucharan, fue tan cerca que hasta podía sentir su respiración. Y lo hacía a apropósito, como si supiera que eso la desconcentraba. De repente se acercó mucho más y le dijo:
-Esa cuenta del libro ventas tiene un error, el IVA no puede ser tan poco – dijo seriamente.
-OK –le dijo Ale con algo de vergüenza. Se dio cuenta que algunos de sus compañeros miraban un poco extraño aquella situación. Y no era precisamente porque Eduardo le estuviera ayudando, la mayoría de los ayudantes solían hacer lo mismo, esto era raro por la proximidad y la muy larga y supuesta explicación.
El resto de la prueba, Ale trató de estar lo más concentrada posible, sin hacer ninguna pregunta más. Y como siempre fue la ultima en salir de la sal. Se quedaba hasta el último a ver si alguna ayuda divina le respondía la pregunta en blanco. Sus compañeras, Nayi y Yari la esperaban afuera, ya era hora de abandonar la prueba.
-Ale –la llamó él antes de que ella caminara hacia la puerta. -¿Me dijiste que te gustaban las motos cierto?
-Eh…bueno, sí. Son lindas. –Respondió distraída. Después de cualquier prueba de contabilidad quedaba así, con las neuronas en reposo hasta nuevo aviso.
-Que bueno que te gusten – rió él.
-Adiós, me voy tengo que hacer un trabajo –se despidió de Eduardo –que te vaya bien con tu moto.
-¿No te falta hacerme una pregunta? –inquirió él.
-Mm… creo que si, pero ahora no pienso mucho, te la hago después.
Y se fue a encontrarse con sus compañeras
Eduardo salió de la vacía sala, apagando las luces y con las pruebas bajo el brazo.
Ale de repente se acordó de que tenía que terminar un trabajo grupal, sus compañeros iban a estar esperándola en la sala de estudio P-101. Se despidió de sus compañeras y bajó rápidamente las escaleras. Para variar iba algo atrasada.
La tarde se pasó volando, eran ya las 20:30 hrs., y Ale con su grupo habían recién terminado el molestoso contrato de trabajo para un trabajo de coordinación grupal. Había que jugar a ser una empresa. Lo peor de todo es que nadie la pudo acompañar a dejar el contrato a la facultad de su carrera, todos mágicamente tenían cosas que hacer. De seguro llegaran tarde al pub, qué importante, se decía Ale muy rabiosa. Así que tomó el contrato y caminó tranquilamente en la oscuridad de la noche hasta la lejana Facultad de Economía el sur de la universidad. Cuando llegó, la secretaria a quien se le entregaba en trabajo ya se había ido. Perfecto.
Todo iba bien, hasta que sintió que alguien la seguía, y no exactamente una paloma o un perro, era algo que la asustaba. Sin embargo era totalmente absurdo pensar eso, pero la soledad que invadía el camino de la facultad, y ésta misma era impresionante, súper extraño.
Apresuró el paso. En esos momentos era cuando sentía que en verdad necesitaba a alguien a su lado para protección, todos tenían a su media naranja por así decirlo, menos ella. Eso era latoso, se tenía que defender sola. Y no era nada emocionante. Faltaba poco para llegar a las “R” lo malo era que iba hacía allá por el camino de arriba, donde están los estacionamientos, allí sí que suele estar desierto, al menos a esa hora de la noche. El supuesto seguimiento se volvió mas notorio cuando vio una sombra muy cerca de su caminar. Ahora si que ya no lo cuento… pensó para sí misma.
En ese momento apareció Eduardo, pero en su moto y con el casco listo para pasárselo.
-Toma – le dijo.
-¿Qué?
-¿Prefieres quedarte sola con alguien persiguiéndote?
-¿Quién me perseguiría? –preguntó con burla.
Eduardo sin esperar respuesta la tomó de la cintura obligándola a sentarse en la parte trasera de la motocicleta.
-¿Y ahora que hago? –preguntó Ale.
-Afírmate –le indicó él.
-¿De donde? –quiso saber algo histérica, el sonido del motor la ponía nerviosa.
-De donde quieras –le contestó Eduardo. Se rió y partió.
Detrás de la moto venía un auto negro, tratando de alcanzar la velocidad de la moto, parecía una persecución. ¿A caso tendrá problemas con alguien este tipo? –se preguntó Ale.
-¿Quienes son esos tipos que te siguen? –le gritó para que Eduardo la escuchara debido a la velocidad.
-Nadie, -respondió él sin darle la menor importancia al asunto. No me pueden alcanzar, afírmate, que ahora si voy a despegar.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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