miércoles, abril 29, 2009

Capítulo XII. Parte 5.

Laura caminaba nerviosa junto a Matías. Jamás se le hubiera ocurrido meterse en algo así, pero el tipo este, medio animal, medio drástico le había dicho que si no lo hacía sus amigos y seres queridos estaban fritos. Por las recanillas del mono, a donde me fui a meter… pensaba al borde del colapso. Más encima estaba el hecho de que este tipo era el que reclutaba miembros para la S.S.J., ¿Y si la quería reclutar a ella? Ah no, que eso ni se le pasara por la mente, primero patada en el traste y luego corriendo por mi vida, pensó ella. Lo miró de reojo. El tipo sonreía cínico por la vida, caminaba cono si fuera el rey del mundo y eso más rabia le dio.
-¿Falta mucho para llegar a tu casa? –le preguntó cuando se dio cuenta de que llevaban caminando más de 5 minutos.
-¿Ya estás cansada? Pensé que siendo la novia de Daniel serías más atlética…- y la miró con burla. Laura apretó los dientes.
-Serás… Mira animal, no tengo tiempo para jueguitos imbéciles, o me dices qué demonios quieres conmigo o me voy largando, mira que tengo muchas cosas que hacer más importantes que esto…
-¿Más importantes que la vida de tus amiguitos?
Laura se detuvo y Matías hizo lo mismo.
-Di la amenaza con todas sus letras, a lo mejor ahí podríamos irnos entendiendo.
Matías sonrió irónico.
-Digna compañera de ese negro… -Laura levantó el dedo índice.
-A mi Dani no me lo insultas.
-¡Já! –rió él –está buena esa, bueno pequeña…
-Pequeña tu abuela –murmuró Laura.
-La cosa es así –continuó Matías como si no hubiera oído nada-. Si no me acompañas haré visitas a ciertas personas y no seré tan amable. ¿Te quedó claro?
Laura tragó saliva. La amenaza estaba dicha, pero no fue eso lo que la asustó. Notó el tono implícito en la voz de Matías que le decía: Si no vienes conmigo usaré la fuerza bruta y no será gracioso…
Ahora sí que estaba en problemas.


-Bueno y estas son las frazadas.
Osvaldo dejó las mantas de lana y algodón a los pies de la cama y miró a Estheffi con aire de suficiencia.
-No es un hotel, pero estarás segura.
Estheffi asintió. Osvaldo viendo su trabajo cumplido salió por la puerta.
-¡Espera! –lo alcanzó ella justo cuando la puerta se cerraba. Él se volvió y levantó las cejas prestándole atención.
-¿Si?
-Te lo agradezco –Estheffi bajó la cabeza. Osvaldo la miró de reojo y asintió.
-Cuando esté listo el té te llamo ¿ok?
-¿El qué?
-El té.
-¿Acaso eres como los japoneses que tomas té?
-No, acá se toma el té en la noche.
-¿Y la cena cuándo? –Osvaldo la miró con burla.
-Te dije que no era un hotel tía –le dijo imitando el acento español. Estheffi bufó enojada.
-Jo, pero moriré de hambre –reclamó ella.
-Bueno si yo no le he hecho, y pregúntale a Laura si no soy un cerdo para comer, no creo que la hagas tú.
Estheffi se amurró contra la puerta de su pieza. Osvaldo le miró de reojo.
-Puedes comer algo, pero tendrás que compartirlo conmigo.
-¿Por qué? ¿No dijiste que…?
-No he dicho nada.
Estheffi lo miró con los labios apretados. Antes de decir cualquier cosa lo pensó bien. Después de todo si Laura había confiado en él por algo tenía que ser. Suspiró.
-Está bien, ¿pero qué vas a cocinar?
-¿Yo? Pensé que tú eras la del hambre.
-Hala, yo no sé cocinar, a demás la cocina es tuya, es tú responsabilidad.
Osvaldo la miró, para luego bajar los hombros derrotados.
-Está bien, pero tendrás que ayudarme.
-Vale, vale.
Osvaldo puso los ojos en blanco y la condujo a su cocina. Estheffi, quien nunca había estado en una casa chilena se sorprendió al verla tan pequeña.
-Te dije que no era un hotel –le repitió Osvaldo malhumorado.
-Pero esto, no sé, en España…
-No estamos en España, por si no te has dado cuenta –Estheffi resopló exasperada pero viendo que ya no tenías mas que acatar ladeó la cabeza conformándose.
-Jolines, está bien. Trataré de quedarme callada.
-Uy, como que nos estamos suavizando un poco…
-¿Estamos? ¿Tú también? –preguntó ella. Osvaldo suspiró rendido. Era imposible hacerle entender lo que quería decirle.
-Como sea, démosle.
-¿A qué?
-A la cocina.
-¿Cómo?
-¡Agg! ¡Que cocinemos!
-Ah, pues haber empezado por el principio.
Osvaldo hizo una mueca de resignación y le indicó un mueble.
-Saca el arroz de ahí dentro.
-OK. –le respondió Estheffi yendo hacia donde él le indicaba.
Hicieron arroz con hamburguesas. “El presupuesto no alcanza para más” explicó Osvaldo. Estheffi no hizo ningún comentario. Cuando se sentaron a la mesa Estheffi miró con desagrado el tomate con palta.
-Mm, ¿esto se come?
-No, cómo se te ocurre –ironizó Osvaldo –esto es de adorno, se ve bien lindo… ¿lo notas?
-Que eres malo… -dijo Estheffi haciéndose la víctima. –Si yo preguntaba, nada más…
Osvaldo la miró y por encima de la mesa se le acercó.
-Para ser de la S.S.J., eres bastante nena.
-¿Ah? ¿Nena?
-Una guagua… una bebé –añadió cuando vio que no había caso con la muchacha. Entonces Estheffi le hizo una mueca desagradable.
-Mejor te callas y comes. No quiero una gresca con la persona que me ofreció su casa…
-Yo no te he ofrecido nada, tú llegaste solita.
Estheffi le sacó la lengua y comenzó a comer. Osvaldo la miró por unos instantes y luego la imitó.
Comió con hambre. Bueno eso siempre hacía puesto el hambre era eterna compañera de su estómago. Mientas lo hacía pensaba en el montón de cosas que le habían sucedido ese tiempo. Su prima, la loca de Camila, metida hasta el cuello en problemas con una asociación retorcida de gente sin escrúpulos, su mejor amiga ahora también, y él, un cabrito que por meter su nariz donde no le incumbía salía perdiendo. Y ahora de niñera de una española. ¿Qué falta que haga? Por que puedo ser superman y no me importaría… se dijo.
Cuando se hubo terminado el tercer plato de comida y Estheffi acababa de comerse el suyo, se estiró en la silla y se palmeó el estómago.
-Estaba delicioso.
-Y yo que pensaba que vosotros los chilenos no comíais tanto, con todo eso del “té”.
-Pues, para que lo vayas notando, yo no soy como todos los chilenos.
-Mm, pues verás que tienes razón. Me he dado cuenta que los chilenos son más amables. Tú ni al caso. –Y dicho esto se levantó de la mesa, recogió su plato y lo llevó al lavabo. Osvaldo la siguió con la mirada frunciendo el cejo.
Estheffi lavó el plato y su vaso. Cuando se dio vuelta para preguntar por donde estaba el baño se dio cuenta de que Osvaldo la observaba parado en el umbral de la puerta.
-¿Qué? –preguntó sin poder controlar su nerviosismo. Nadie la había mirado así desde cuando estaba con Eduardo.
-Nada, -Osvaldo levantó los hombros –me preguntaba si tienes miedo.
-Hala hombre… por supuesto que sí, pero soy toda una tía, así que debo aguantar como tal. ¿No te parece?
-Mm, claro, una tía…
-Eh… me preguntaba dónde quedaba el baño.
Osvaldo le señaló el pasillo.
-Al fondo a la derecha.
Estheffi asintió y sin dejar de mirarlo caminó hacia la puerta, pasó por su lado sin tocarlo y se dirigió hacia donde él le había indicado.
-Buenas noches –le deseó Osvaldo. Estheffi se dio media vuelta y le sonrió.
-Buenas noches a ti también.
Estheffi entró al baño y suspiró tranquila.
Hace tato tiempo que nadie la ponía así. Estaba entre temerosa, cohibida y nerviosa. Le sorprendió tener estos sentimientos puesto que lo principal que debía sentir era el terror por lo que la S.S.J., estuviera planeando hacerle ahora que ella se había escapado. Tragó saliva al recordar eso. Vale, ahora debo descansar.
Cepilló sus dientes, se lavó la cara. Fue a su cuarto, cerró muy bien la puerta, la ventana, revisó todos los espacios por donde se podía filtrar algo, sacó su revólver, lo dejó en el velador al lado de su cama, se cambió ropa, apagó las luces y se acostó.
Ahora no le quedaba más que esperar porque todo se resolviera de forma tranquila. Y con este pensamiento se durmió.

No hay comentarios:

Publicar un comentario