-Te quedas callada hasta que volvamos ¿me escuchaste?
-¿Y si veo a alguien sospechoso?
-Nada que sospechoso acá. No hay sospechosos, tú callada y no pasa nada. ¿OK?
Laura asintió de mala gana harta de que la dejaran siempre con la duda, pero tenía que aguantarse, ella había accedido a acompañarlos sin hacer preguntas. Ahora era su deber comportarse.
-¡No se tarden! –gritó cuando la puerta del Mustang se cerró frente a sus narices.
Vio con preocupación cómo Daniel y Esthefi se adentraban en el banco cuando un sonido raro la sacó de su ángulo de visión.
El celular de Daniel vibraba y se iluminaba. Pensó en dejarlo ahí, ya que Daniel se enojaría un montón con ella, pero la curiosidad fue más fuerte.
-¿Aló? –contestó. Del otro lado de la línea le saludaron y ella contuvo la respiración al reconocer tan familiar voz-. ¿Osvaldo?
El Casino era enorme. Laura ni siquiera había entrado y ya se sentía demasiado pequeña frente a tan majestuoso espectáculo de luces y colores. Dentro del Casino pudo apreciar todo con mayor perspectiva. A su lado estaban Daniel y Esthefi; los tres iban camino al salón principal para escuchar las palabras del Alcalde por la inauguración. Mientras las demás autoridades hablaban Laura miraba con recelo a Daniel. Lo que le había contado Osvaldo la dejó pensativa. Comenzaba a tener nuevas dudas. Primero: ¿cómo era posible que Daniel no le contara que Osvaldo también sabía de la S.S.J? Segundo: ¿Qué tenía que ver en todo esto Camila, la prima de Osvaldo? Ya que para eso llamó, para saber de su prima en un tono muy desesperado. Y tercero: Bueno, tercero nada, porque Laura no alcanzó ni a decirle hola, Osvaldo colgó el teléfono apenas se dio cuenta que era ella. Todo eso la mantenía confusa. Intranquila.
Decidió no ahondar en el tema por ahora, aunque ganas no le faltaban. Pero el punto era que no quería causar un problema en los planes de Daniel y Esthefi, ese era el trato, no meterse en el operativo y seguían todos siendo amigos. Después tendría tiempo de aclarar sus dudas. Pobre de Daniel si no me cuenta, decía Laura para sí, una y otra vez mientras veía pasar la noche.
Los discursos y todas esas cosas aburridas para Laura ya habían terminado. Así que procedió a lo que le correspondía hacer. Nada. Se sentó en la mesa que estaba reservada para ellos y miró los estrafalarios platos en la mesa. Daniel estaba atento a cualquier movimiento sospechoso, mientras que Esthefi no dejaba tranquilo su celular. Laura no pudo mantenerse callada mucho tiempo, eso no era normal en ella.
-¿Esthefi, Porqué ocupaste tan poco tiempo en el banco? –Preguntó ingenuamente.
-Pues… -Estheffi se revolvió incómoda. -Porque estaba fácil, o mejor dicho fue lo único que encontré –se rió para sí.
-¿A qué te refieres?
-Es que me hubiera demorado más si las invitaciones Premium hubieran estado a la vista. Pensábamos que a esa hora iba a estar el Gerente de “Paint Point”, tú ya sabes, el típico gerente multimillonario extranjero que viene de invitado a estos eventos; pensaba en pedirle prestada algunas reservaciones, siempre tiene más que cualquier otro gerente normal. Como puedes ver, allá adelante –Estheffi le señaló la primera fila –sobran asientos, eso es porque el personal de “Paint Point” nunca asiste a todas las actividades a las que se les invita.
-¿Así que a pedir prestada, eh? –Se rió Laura –Sóplame este ojo –Estheffi se rió maliciosamente también.
-Bueno Laura tú sabes, a veces no todo se puede hacer tan legal.
-¿Y qué paso entonces, por qué no estamos sentados allá adelante?
-Porque no las conseguí, el gerente no estaba allí. Se me había adelantado una hora. Así que tuve que hacer mis movimientos y esto fue lo mejor que conseguí.
-Pero yo veo súper bien de aquí –dijo Laura complacida.
-Créeme, vamos a necesitar estar más cerca –dijo Estheffi decepcionada.
A Daniel, que había estado sumamente callado, se le abrieron los ojos de par en par y casi bota la botella de champaña que estaba en la mesa.
-Estúpido –masculló con rabia.
-¿Qué te pasa Daniel? –preguntó Laura extrañada de su tosca actitud.
-Es Eduardo –balbuceó Estheffi, casi tan impresionada como Daniel.
Eduardo iba entrando con dirección hacía la primera fila de mesas. Se estaba por sentar con Ale en una mesa con conocidos de él, al parecer, ya que éste les saludó muy animoso.
-Eduardo –musitó Ale muy despacio para que nadie escuchara –no me quiero sentar con esta gente, no sé, me da vergüenza.
Eduardo cambió de un dos por tres su trayectoria y se dirigió a una mesa de dos en el sector izquierdo.
-Gracias –le dijo Ale.
-No hay de qué, en todo caso no me caen bien –dijo mordiendo una Lays.
-¿Entonces por qué tan animoso?
-Bueno, hay que proteger las apariencias, más aún en este círculo. Ya aprenderás.
¿Qué quiso decir, con “ya aprenderás”?
A Ale la dejó confusa esa respuesta. Ahora ya sabía que a Eduardo le interesaba mucho mantenerse bien entre sus circulo de amistades.
Daniel parecía que ya se salía de su silla en dirección a donde estaba Eduardo, pero no precisamente para darle un abrazo.
-Tranquilízate –le pidió Estheffi. –Nosotros ya sabíamos que era muy probable que estuviera aquí.
-Eso si lo sé –dijo él gruñendo. –Lo peor de todo, es que no sé cómo lo hace para conseguir siempre los mejores lugares. Hasta está mejor ubicado que muchas autoridades.
-Es una de sus virtudes –confesó Estheffi sin sacarle la vista de encima a Eduardo, que estaba de espalda a ellos.
-¿Qué te pasa? –Le reclamó Daniel – ¡Virtudes ese tipo no tiene! –cada vez estaba más enojado.
-Ya Daniel, si no pasa nada –le dijo Laura. No se le ocurría otra cosa que decir. Estaba pensando en muchas cosas a la vez. Como por ejemplo, ¿qué pasaba si Camila era más de lo que ella creía dentro del mundo de Daniel?
Ale se dio cuenta de la presencia de Laura cuando miró hacia el frente.
-Eduardo mira, Laura también vino, ¡qué mala! No me dijo nada. –exclamó Ale ingenua. Eduardo se dio vuelta para mirar y se encontró con la presencia de Estheffi. Ésta se dio cuenta y bajó la cabeza. Él se dio vuelta de inmediato y con los ojos un poco desorbitados tragó jugo, mucho jugo.
-¿Qué te pasa? –inquirió Ale.
-Nada, nada…es que tengo sed le contestó algo afectado –Si pasa algo quiero que te mantengas a mi lado.
-¿Algo como qué?
-No sé… algo, cualquier cosa.
Hoy sí que anda raro, pensó Ale. Pero bueno, ya se estaba acostumbrando.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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