A Osvaldo le encantaba que Laura siempre pagara todo. Pero a ella en realidad no le gustaba mucho, le hubiera encantado que alguna vez alguien la invitara y con todos los gastos pagados, no era muy romántico ni nada de caballeroso que la mujer pagara todo siempre. Era una de las cosas que le molestaba de ese animal. Pero ahora no le importaba mucho lo que pasara, su cabeza estaba en otro lado, y cualquier cosa que la distrajera de su presente, por ahora, estaba bien.
-¡Hola! – saludó Osvaldo alegremente al llegar a la casa de Laura.
-Hola –le respondió ella con la mejor cara que pudo hacer. Luego de pasar horas frente al espejo ensayando su alegría ficticia de algo tenía que servirle.
-¿Estamos listos para comer?
-¡Ja! –Rió Laura sin ganas. –Obvio, ya vamos que tengo hambre – en realidad no era hambre, era ansiedad.
Durante todo el rato que fueron en la micro no hablaron demasiado. Por primera vez en su vida a Laura le daba vergüenza contarle esas cosas a Osvaldo, y no por el hecho de que se tratara de un “chico”, si no porque el Osvaldo ya había conocido al Daniel de vista una vez, y en esa ocasión le comentó que no lo encontraba un tipo para ella, que en ese caso prefería verla sola. Aunque no le importaba mucho, si Daniel no era de su tipo, ¿entonces quién? ¿A caso él? Eso si que era contradictorio. Pero no, no podía pensar en él de esa forma. Las cosas no eran así y había que conformarse.
No podía negar que con Osvaldo le pasaban cosas, pero no se comparaban por las que sentía por Daniel. Lo de Osvaldo, era más bien como un sentimiento de hermana mayor o algo por el estilo, al menos le gustaba pensar de esa manera.
-¿Y me vas a contar lo que te está pasando? –le preguntó Osvaldo a Laura de manera directa y penetrante.
-Mmm... Es que me da lata, -Laura trató de salirse por la tangente. –Seguro que no te va a importar, mejor dejemos las cosas así.
-No te hagas la desentendida Laura, que no te sale. En serio, ayer cuando me contestaste el teléfono mejor me dejas sin oídos, porque casi me los arrancaste.
-¡¡Ah!! ¡Que eres cuático! Si no te hablé tan fuerte, yo siempre soy así.
-Si, -concedió Osvaldo –siempre hablas fuerte, pero ayer gritaste, además en tu tono de voz había un hilo medio rarito, como que ya se de lo que se puede tratar.
-¿Y qué sería eso? –Quiso saber Laura intrigada, ¿acaso podría leer su mente? No, no podía, no era un vampiro, solo ellos podían hacer eso, pero él no, el sí que no, porque antes de ser un vampiro ella preferiría miles de veces que fuese un lobito, que la mantuviera abrigada todo el día. Mejor me dejo de mis fantasías, estoy leyendo mucho, pensó Laura de repente.
-¿Laura?… ¿estás ahí? -Le preguntó Osvaldo algo extrañado. –Parece que te fumaste uno grande, estas como en otra onda.
-No, no, es el hambre, nada más. Sorry… ¿Qué estabas diciendo?
-Que yo ya se lo que te pasa.
-Ah… Y según tú ¿qué es lo que me pasa? a ver cuánto me conoces – le dijo con tono subversivo.
-Pues es muy fácil. De un tiempo a esta parte me he estado dando cuenta de que tú a veces me miras como algo más que tu amigo y ya sabes, no tengo nada en contra de eso, pero, podrías habérmelo dicho, yo…
En ese momento Laura dejó de oír lo que su bruto amigo le estaba diciendo. Quería morir de la pura indignación que le dio al escuchar tamaña estupidez, ni siquiera podía entender las siguientes palabras que seguían saliendo de la boca de Osvaldo, era como todo en cámara lenta, mientras ella procesaba la información, él seguía dando sus argumentos y locas ideas que se le ocurrían. ¿Pero, que se habrá creído? Se dijo Laura para sus adentros. ¿A caso cree que es el único ser sobre la tierra? Paró de procesar, se detuvo rígida frente a él y le dijo:
-Mira Osvaldo, voy a decirte una sola cosa…-Laura levantó el dedo índice.
-Pero Laura, para, o sea, de verdad que eso a mi no me molesta, en serio, tú y yo podemos seguir siendo amigos, independiente de lo que pueda pasar, a mi lo que más me importa es la amistad y…
-¡A ver para! –lo calló Laura irritada. -O sea, primero que nada, ¡no tienes idea de lo que me esta pasando! En segundo lugar ¡lo que piensas es un error del tamaño de Rusia! – aunque no estaba muy segura de ello- y tercero, ¡¡por favor!! NO seas tan engreído, no eres el centro de la tierra. – y se paró para bajarse. Justo habían llegado al Mall.
Tomó su cartera, apretó el botón de bajada y salió rauda, verdaderamente le indignaba el grado de egocentrismo de Osvaldo, y aunque no fuera cierto lo que dijo, no era el mejor momento, su nivel de hipersensibilidad había llegado a un máximo en la semana que cualquier cosa, por lo mas mínimo que fuese le afectaba. Siguió derecha hacia la puerta de entrada del Mall, mientras Osvaldo salía persiguiéndola. La alcanzó, tomó su brazo y la arrastró hacia donde él.
-¡Hey! ¡Laura! ¿Qué te pasa? –exigió saber.
-¿Cómo que qué me pasa? –bastante estúpida su pregunta, demasiado estúpida en realidad.
- No sé porque reaccionas así, si lo que te dije no es nada del otro mundo.
Laura no sabía como refutar, aquellas palabras de Osvaldo en realidad si tenían algo de sentido, aunque fuera adentro, muy adentro, a ella si le pasaban cosas con el y le daba lata que se hubiera dado cuenta, y que más encima se lo haya dicho en su propia cara, como para lucirse y hacerse el galán de telenovelas que las tiene a todas locas. Le cargaba esa parte.
Como no se le ocurría nada que decir actuó por inercia y siguió el camino que llevaba hacia el patio de comidas. Mientras que Osvaldo la seguía silenciosamente. Dentro de sí, Belén trataba de buscar la mejor explicación para darle entender a Osvaldo lo que estaba pasando, pero el panorama se le había complicado, no era tan fácil llegar y decir:
“Sabes, tienes razón, creo que de verdad me gustas, pero a la vez también estoy locamente enamorada de Daniel, ¿te acuerdas de el?, pero ya no importa, porque a él le gusta otra tipa, y yo estoy sola, a punto de tirarme del segundo piso de la biblioteca. ¿Que solución me das? Sigo intentando lo imposible, o ¿acaso tú me harás un hueco en tu corazón para consolarme?"
No, definitivamente no podía hacer eso. Eso sí que sería caer bajo y no pensaba hacerlo de ninguna manera.
Prefería ocultar algunas cositas, al menos por ahora.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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