-¿Desde cuándo tan callada amiga? –le preguntó Osvaldo a Laura con comida en la boca.
-No seas tan cerdo y traga antes de hablarme ¿quieres? –Osvaldo tragó, pero volvió a mascar un pedazo enorme del hot-dog.
-Esperwate a que terwminew, -le dijo con la boca llena. Laura le hizo un desprecio inútil por que sabía que ni con eso su amigo entendería.
-Haz lo que quieras. –Menos mal que Osvaldo no había vuelto a sacar el tema de antes. Por ese lado estaba tranquila, pero por otro, tenía el corazón en la boca.
Volvió a lo que estaba haciendo antes de que su amigo la interrumpiera. ¿Qué tenía que ver la chica esa de la kermés en todo este lío? Y por sobre todo, ¿Qué tenía que ver ella en todo eso? ¿A qué había ido a buscarla el otro día Daniel? Estaba raro, eso sin duda, pero había algo más. Se retorció las manos que repentinamente se pusieron frías.
Sabía que allí había gato encerrado, pero no podía atar ningún cabo, porque ninguno andaba suelto. Aún.
-¿Tú prima es muy amiga de Daniel? –le preguntó a Osvaldo antes de que éste se metiera el último pedazo de hot-dog en la boca. Éste levantó los hombros sin comer.
-Creo que sí, no sé. Como te dije, no puedo saber todo.
-Pero sabes qué onda entre ellos ¿no? –volvió dejarlo con el pan a medio camino de su rotundo final en la boca de su predador.
-Yo qué sé.
-Mira animal carnívoro, tendré cara, pero no soy tonta. Tú sabías lo de ella y mi—tosió para remendar lo que iba a decir, -Quiero decir que estabas al tanto de lo de tu prima y Daniel ¿No?
-Supongo, pero por msn, no es tanto lo que se sabe.
-Pero sabías. –Osvaldo dejó a un lado el pedazo pequeño de hot-dog resignándose a que no se lo podría comer hasta responder las inquietudes de su amiga.
-¿Cuál es tú punto?
-¿Tu prima sabe que tú y yo somos amigos? –quiso saber por toda respuesta.
-Si, ¿por?
laura entrecerró los ojos y miró fijamente a su amigo. Algo se le acercaba a la punta de la lengua, algo que trataba de salir al exterior pero ella aún no lo comprendía. Volvió a abrir los ojos de forma normal y preguntó lo que estaba pensando.
-¿Por qué me llamaste ayer? –Osvaldo frunció el cejo y una arruga en su joven frente hizo acto de presencia.
-No te entiendo.
-Es súper fácil. ¿Por qué me llamaste ayer? –Osvaldo miró hacia un lado.
-Por que me dieron ganas de llamarte…
-No seas mentiroso, tú jamás me llamas, y menos me invitas a salir, soy yo siempre la que hago eso.
-Siempre hay una primera vez para todo.
-¿Y tú crees que te voy a creer?
-Anda al grano, ¿qué quieres decir?
-Antes de ayer me peleo con Daniel. Tú me llamas de improviso y me invitas a salir. Dos cosas inusuales en ti. Estando el la micro, haces todo lo posible por “hacerme” creer que estás sospechando de mis sentimientos teniendo en cuenta de que nunca te he dado razones para creerlo. Nada de esto tiene sentido ¿y sabes porqué lo sé? Porque te conozco Osvaldo, sé que no haces las cosas porque sí, alguien te dijo algo y no sé…
-Para, para, para –trató de callarla él, pero Laura no tenía nada de ganas de quedarse callada.
-Nada de “para, para, para”, todavía no termino. ¿Por qué te interesa tanto lo que yo siento? ¿Cómo sabes lo que pasa con tu prima si me acabas de decir que le hablas una vez a la semana, y cuando uno tiene poco contacto con las personas de lo que menos se habla es de las estupideces que hacen? No te creas que nací ayer, por algo soy mayor que tú.
Laura tomó aire y trató de rememorar lo que acababa de decir, dándose cuenta de que éso era lo que su mente le decía. Osvaldo sabía algo. Sabía qué pasaba, sabía, a lo mejor, el motivo por el que Daniel había ido a su casa. Y le dio pena.
Siempre consideró a su amigo como algo esencial en su diario vivir. En su casa alguien hablaba mal de él y ella lo defendía con todo. Cuando comenzaba la semana lo llamaba para desearle buena suerte, y esperaba con ansias el sábado para volverlo a ver en la congre. Y ahora él la había traicionado, y a aunque él se lo negara, en el fondo de su corazón ella sabría que era así, que él lo sabía todo y que de un día para otro se había dado vuelta la camiseta.
Se agarró la cabeza en un gesto inconsciente. Sintió que Osvaldo le tomaba de la muñeca pero rápidamente se soltó.
-No me toques.
-No seas ridícula ¿quieres?
-¿Que no sea qué? –masculló con los dientes apretados. La sangre le hervía y las manos le temblaban. Supongo que así debe sentirse Jacob antes de entrar en fase. Pensó. Y cómo le gustaría poder transformarse en una loba en estos momentos, y salir corriendo, como Jake lo había echo en Eclipse.
Se levantó de la mesa, si dejar de temblar, y comenzó a caminar hacia la salida.
-¡Laura! ¡Espera!
Escuchó como la silla de Osvaldo raspaba el piso cuando éste se levantó para buscarla.
-No te vayas así.
Laura se detuvo, pero no lo miró. Osvaldo se puso frente a ella y le tomó por los hombros. ¡Suéltame! Quiso gritar, pero no podía hablar, la rabia y la pena se lo impedían.
-¿Me podrías escuchar? –Laura no hizo ningún gesto por lo que Osvaldo continuó, ahora, hablando más bajito porque algunas personas ya se habían dado la vuelta para mirar. –Perdóname, por favor. Yo no sabía nada, ayer cuando Camila me llamó diciéndome si podía llamarte para ver como estabas le pregunté el porqué, pero ella me contestó que solo lo hiciera, porque tú me lo ibas a agradecer –Laura soltó una risa irónica, que más pareció un gruñido, Osvaldo continuó. –No sabía que era por ella, o por lo que podría estar haciendo con ese… -dejó la palabra en el aire como si también tratara de controlar la rabia –con Daniel, -escupió el nombre –pero te lo juro, te prometo que no sé nada. Pensé que si hablaba de tus sentimientos hacia mí, qué sé yo, te reirías de mí, como siempre y cambiarías esa cara de ánima que andas trayendo. Pero veo que no fue una buena idea.
-Para nada. –Dijo Laura en un susurro.
-Pero yo no tengo la culpa de que te fijes en un tipo como él.
-¿Ah, y yo sí? –Laura levantó la vista y le clavó sus airados ojos -¿Tú te piensas que lo hice adrede? ¿Qué le dije a mi corazón, ve y busca a Daniel y enamórate de él? ¿Tú crees que elijo en quien me fijo? Pues te tengo una noticia, ¡no! –Osvaldo se quedó callado sin saber qué responder. Le dolía verla así, pero él ya no podía hacer nada. –Por favor déjame ir, no aguanto más estar acá.
-Pero si no hemos hecho nada, ¿Cómo te vas a ir?
Laura se soltó de los brazos de Osvaldo y comenzó a caminar nuevamente hacia la salida.
Osvaldo la quedó mirando sin poder hacer nada.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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