Bandeja de entrada: Sin mensajes.
-¡Agg! ¿Cómo puede ser que la Mapa todavía no me responda? -exclamó Laura al ver su correo en el notebook de una compañera de clases.
-Silence! –la reprendió la profesora –we have in class, your problem is not our bussines.
Después de la reprimenda, Laura guardó el notebook y trató de prestar atención en clases, aunque era algo casi imposible. Había pasado todo el fin de semana y Ale no le había respondido nada a su mail. Aunque le había dejado un mensaje bastante extenso en la ventana del msn, pero ella no quería hablarlo así. Prefería que fuera en un mail. Y no es que fuera cobarde, si no que creía que si lo hablaba iba a sonar menos creíble. Con la voz de broma que ella tenía... Pero eso no era lo que más le preocupaba. Al contrario. Lo que la tenía con los nervios a flor de piel era lo que Daniel le había dicho. Algo que realmente la asustaba, y que no podía creer.
Al terminar la hora, salió rápidamente a las R en busca de Ale, para hablar con ella cara a cara –pues ya no aguantaba las ganas de prevenirla, aunque lo tenía prohibido –y decirle que era lo que estaba ocurriendo. Pero como siempre, no la encontró, desde hacia algún tiempo eran pocas las veces que se veían. Laura se puso a mirar por todas las salas a ver si así la encontraba. Pero se topó con Eduardo casi a un metro. Laura enseguida trató de hacerse la tonta y esquivó la fuerte mirada de Eduardo hacia ella, pero no le funcionó, éste igual la siguió.
-¡Hey! ¡Laura! –la llamó Eduardo.
Laura hacía como que no escuchaba, y apresuraba más su paso, pero aunque caminara más rápido, ella igual sentía los pasos de Eduardo detrás. Eduardo, ella creía, podía haber sido la persona más buena onda en la universidad. Pero ella estaba completamente resuelta a creerle a su Dani. Pero aunque le tuviera un poco de miedo, ahora, lo iba a enfrentar. Ya no iba a huir más, primero porque no se consideraba cobarde –bueno, lo creía un poco –y segundo porque la gente ya se estaba comenzando a dar cuenta. Caminaba demasiado rápido y una velocidad más en su recorrido hubiese parecido más una carrera que una caminata normal. Se dio la vuelta rápidamente y lo enfrentó.
-¿Qué quieres? –le espetó molesta.
-Es súper simple lo que te voy a decir Laura. Además no tenías porqué alarmarte y salir corriendo de mi vista a toda velocidad… se notó.
-Y a mi qué. No me importa lo que piense la gente, mejor anda luego al punto. –Eduardo frunció el cejo.
-Mira, -dijo suspirando. –Yo no tiendo a meterme en lo que no me corresponde, pero lo que hiciste no estuvo bien.
-¿Qué cosa? –preguntó Laura sorprendida.
-Leí el correo que le mandaste a Ale. No es bueno andar de chismosa sin siquiera saber lo que en verdad ocurre.
-¿Te lo mostró ella? –preguntó ella ahora con tono desconfiado.
-No, -admitió él con toda franqueza. -Lo supe por mi cuenta y créeme cometiste un grave error, deberías tener más cuidado con la gente que te juntas.
Laura en ese momento quedó boquiabierta. ¿Cómo se había enterado? Mientras Laura estaba en estado de shock, Eduardo siguió hablando.
-Ahora creo tener una idea de lo que estás pensando, pero de verdad las cosas no son como te las contaron, lo mejor que puedes hacer es averiguar ambas partes, en serio, te sorprenderías. Daniel no es un santo.
Laura volvió a la realidad al escuchar el nombre de Daniel.
-Mira Eduardo…. –vaciló por unos segundos –Tú no vas a decirme con quien juntarme o a quien le creo, eres el menos indicado para eso.
-Solamente quiero que sepas una cosa, -el acento de Eduardo era intimidante. –Arregla lo que hiciste, muchas personas podrían salir perjudicadas.
-¿Es una amenaza? –quiso aclarar Laura.
-Es una advertencia, y no es de mi hacia ti, estoy hablando de Daniel, te puede perjudicar y más de lo que imaginas
-Yo sé lo que hago, no te metas –le espetó enojada.
-Ok, -acordó Eduardo. –Entonces hace tú lo que creas correcto, es tu vida y puedes hacer lo que quieras. Pero no metas a Ale en esto, lo único que quiero es que no se entere de nada... Así que arregla lo que hiciste. –Eduardo le dirigió una mirada fiera para luego darse la media vuelta e irse.
Laura se quedó casi inmóvil. La mirada que le mandó Eduardo no había sido precisamente de “buenos amigos”. Y lo peor de todo, había sembrado la duda acerca de Daniel.
-No puede ser, no puede ser –murmuraba Laura mientras subía las escaleras a la facultad -Daniel no puede estar también….. Él no me habría mentido de esa manera……. Él no…….
-¿Y ahora hablas sola? –se burló Ale al encontrarse con Laura cuando iba camino a la salida.
-¡Por fin te encontré! –le dijo Laura regañándola dulcemente. –No puedes estar así de perdida, ni siquiera me respondiste los mails…que feo, feo, feo….y…
-Oye relájate, primero que nada, yo asumo que lo escribiste era una broma, o sea…. ¿A que estamos jugando ahora?
Laura estaba a punto de decirle lo que ocurría, pero se acordó de la conversación con Eduardo. Prefería esperar, tal vez era verdad y lo mejor era mantenerla al margen.
-¿ Laura, Estas ahí? –Ale le hacía señas con las manos.
-Si oye…Eh, no estamos jugando a nada… Es sólo que… El correo era para avisarte que Eduardo no sé, me parece como, como que no es para ti ¿entiendes? O sea… - Laura así esfuerzos hercúleos para no decir lo que exactamente quería. –No me gusta, le tengo mala espina, hay algo que no… No lo paso… Eso, así como no pasaba Rosa…¿te acuerdas? Es lo mismo.
Ale trató de comprender lo que Laura quiso decirle en toda esa palabrería sin sentido. Y cuando lo supo, se largó a reír.
-¡Laura! ¿Qué onda? Si yo apenas le hablo al Eduardo, te estás pasando un rollo súper pesado. Además, como me voy a guiar por una “simple intuición” – Ale seguía riendo, aunque pensaba en que sí, era verdad, ella tampoco lo encontraba muy confiable.
-Sí, ríete no más, ríete, después me vas a encontrar la razón yo te estoy diciendo. –A Ale le dio más risa.
-Ya, bueno… ¿Y ahora? ¿A donde ibas? – Laura levantó los hombros.
-A mi facultad, tengo que ver unas notas. –Ale asintió.
-Ah… bueno me voy, que te vaya bonito… -Ale bajó un escalón de la enorme escalera que estaba a punto de cruzar, pero quiso saber algo. –Oye ¿y Daniel?
Laura arrugó un poco la cara. No quería hablar de él ahora.
-Ahí está…. En clases, creo.
-A propósito ¿qué estaban haciendo ese día en la playa los dos?
-Nada –respondió Laura evadiendo el tema –me llevó a dar una vuelta.
-¿Y justo ahí? –se extrañó Ale. –Me parece bien raro…y mas encima lo vi como extraño, ha cambiado harto.
-Más raro me parecen otras cosas a mí… -no pudo dejar de decir Laura.
-¿Qué?
-Nada, nada, -dijo moviendo la mano. -Yo me entiendo -Añadió Laura evadiendo el tema nuevamente –Además tú eres la que me debes una historia, ¿qué paso? ¿Por qué estabas ahí también?
Ale se rió nerviosa. La conversación ya no era conveniente.
-Créeme que me encantaría saberlo, pero no tengo idea. Aun no me dice qué onda, siempre me evade.
-Mm...…¿Ves? Si yo te digo que es raro, mejor….
-¡Ah Laura! ¿Vas a seguir con lo mismo? –Ale miró el reloj –Oops ya es tarde… me tengo que ir, nos vemos luego.
-Adiós… -se despidió Laura sin mucho ánimo.
Cuando Ale bajaba las escaleras, Eduardo estaba nuevamente allí, frente a ella.
-¿Y ahora qué? – se dijo.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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