-Oye Ale… -llamó una voz a su espalda.
-¿Hum? –contestó ella.
-¿Quién era ese tipo…?
Ale se dio la vuelta y vio que Sebastián la miraba con ojos impregnados de curiosidad apoyado en la mesa muy para adelante. Ella entrecerró los ojos.
-¿Por…?
-No, -Sebastián se hizo hacia atrás – preguntaba no más.
-Sí claro… -como si ya no tuviera bastante con uno y ahora otro con lo mismo.
-¿Era tu novio…?
-No.
-Ah.
Ale volvió a la tarea que el profesor les había dado. De atrás oyó como la silla rasguñaba el piso y la que estaba a su lado hacía lo mismo.
-¿Sí? –preguntó al ver a Sebastián que con cara inocente se había sentado a su lado.
-Es que tú eres re buena para resolver los problemas así que me preguntaba… tú ya sabes…
-No, no sé. –Ale no estaba de ánimos como para hacer que su cabeza funcionara así que lo miró con el cansancio reflejado en la cara.
-Me preguntaba, si tú, bueno… me enseñarías.
-¿A ti? –preguntó abriendo los ojos.
-Claro a mí, ya sabes, algo como mi profesora.
-¿Y él no te basta? –inquirió señalando al profesor que estaba sentado delante.
-No. –dijo sonriendo. Ale sintió un extraño cosquilleo en las manos. Esa sonrisa le parecía linda. No soy como Laura. A ella no más le gustan mas de uno a la vez, no soy como ella, no soy como ella… Y siguió repitiendo eso hasta que se aseguró de que así era.
-Pero bueno, ¿qué quieres exactamente?
-Este… que… no sé… nos juntemos a estudiar… algo simple.
Simple.
-Mm, ¿a qué hora? –quiso saber. Entre más ocupada estuviera mejor para ella. Así no tendría tiempo de pensar en Eduardo y él si la veía acompañada no sería capaz de molestarla. ¿Cierto?
-¡¿Enserio?! –se sorprendió Sebastián.
-¿Qué? ¿Ya no quieres?
-No, si sí quiero. Lo que pasa es que nunca pensé que accederías, a lo mejor ese “novio” se podría enojar.
-Primero, NO es mi novio y segundo, me da lo mismo lo que piense. Así que… ¿Después del almuerzo está bien?
-No, mejor almorzamos juntos… ¿ok? –Sebastián examinó la expresión facial de Ale.
-Sí, está bien. Ahora déjame seguir con la tarea que si no, no voy a poder enseñarte.
Sebastián asintió y se sumió en su propia tarea. Ale suspiró y luego de un rato en que apenas se pudo concentrar miró de reojo a Sebastián. No era su gusto, claro estaba, pero el chico tenía algo, algo que la hacía sentirse rara. No le provocaba lo mismo que Eduardo, por supuesto, pero quién lo haría. Sebastián por el momento sería su alumno, nada más.
La clase terminó, y Ale que estaba sumida en sus pensamientos sobre qué haría en la noche, si leer Crepúsculo, Luna Nueva, o ver la serie, o escribir, vio a Sebastián esperándola, eso la desconcertó un poco.
-¿Sí? –le preguntó al pasar. Sebastián la acompañó mientras ella bajaba las escaleras.
-Vamos a almorzar ¿No?
Ale ladeó la cabeza. ¿Había sido ese día cuando se lo prometió?
-¡Ah! –Se golpeó la frente-. Claro, vamos.
-Sí porque si no, la media fila para almorzar y de ahí tenemos que estudiar.
-Claro –volvió a decir ella.
Laura estaba en la escalera hacia el segundo nivel del mall. Pensaba en lo que Osvaldo podría decirle. Ya que la última vez que se vieron él no le dijo nada, más bien, se habían despedido enojados y él evitó que ella se enterara de algo que él sabía a toda costa. Le había cambiado el tema, le había pedido más comida y al final ella se había dado cuenta, pero aún así él no había vuelto a llamarla como ese día.
Pasó por los locales sin ninguna gana de mirarlos, aunque siempre que franqueaba la librería Antártica o la Feria Mix se quedaba mirando los libros nuevos, o alguna que otra cosa, ahora tenía un punto fijo a donde ir.
Pasó directo al patio de comidas sin fijarse tampoco en el hermoso Hyundai Coupé que se alzaba magnífico en el centro de la tienda de autos y que ella deseaba tanto.
Se detuvo al llegar al borde del patio de comidas y comenzó a mirar por si él estaba sentado. A pesar de todo ella tenía que reconocer que Osvaldo era puntual, ese era una de sus máximas virtudes.
Lo vio sentado cerca del local Kentucky Fry Chicken, y se dirigió hacia allí. Se detuvo frente a él y sin sentarse lo saludó.
-Hola.
Osvaldo levantó la vista y le sonrió.
-¿Qué? –preguntó ella.
-Nada –le contestó él levantando los hombros -¿no te vas a sentar?
Laura entonces recién se dio cuenta de que en la parte de la mesa frente a su silla estaba un vaso de bebida junto a un paquete de empanadas de queso.
-¿Para… para mí? –preguntó más que confundida. Osvaldo jamás le había comprado algo, bueno algo para comer, porque una vez fue a Perú y le trajo una pulsera. Osvaldo volvió a sonreír.
-Bueno, me tocaba a mí ahora, ¿no crees?
Laura se sentó y al momento entrecerró los ojos.
-Esto no me va a hacer olvidar lo que vine a preguntarte, ¿OK?
-Bueno, tenía que intentarlo ¿no?
Laura le sonrió. Era imposible enojarse con él, a demás era como tan niño… Al momento sintió un escalofrío. Osvaldo era aun más joven que ella, y ya estaba metido en problemas. La preocupación que sintió hizo que dejara al momento la empanada que había estado a punto de probar.
-¿Qué pasa? –inquirió él haciendo una mueca.
-Ahora que lo pienso… Cuéntame Osvaldo, por favor, necesito saber qué está pasando.
-¿Estás así por él cierto?
Laura se fijó en que Osvaldo sonreía tristemente.
-Por él, por ti, por la Mapa, por Estheffi, yo no tenía idea de esta lesera, y mira adonde fuiste tú a parar.
-Yo no estoy metido en nada –le aseguró Osvaldo sacándole una empanada y masticando más de la mitad de ella.
-¿Cómo…?
-Sí, yo no estoy metido en nada de eso, lo que pasa, es que por casualidad me enteré. Eso es todo.
-¿Y de qué te enteraste?
Parecía que Osvaldo se debatía entre decir o no lo que estaba pensando, pero algo que se le cruzó por la cabeza terminó de decidirlo.
-¿Tú no estás metida en esto verdad?
-Animal idiota, obvio que no, cómo si te estoy preguntando por eso… tan LOL que me saliste.
-Tenía que preguntar, ya que en caso contrario te estaría poniendo en peligro.
-Ya estoy en peligro Osvaldo… -Al ver la cara de incredulidad de él, continuó-. Me han visto un millón de veces con Daniel, así que creo que ya me tienen bien identificada.
-¿Y lo dices a así tan tranquila? –inquirió Osvaldo poniéndose rojo de repente.
-O sea, tranquila no estoy, pero…
-¿Pero qué?
-Bueno, supongo que si supiera más estaría asustada, pero no sé nada, esto de estar de ignorante me tiene loca.
Osvaldo suspiró. Laura sorbió un poco de la bebida.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario