Capítulo III. Parte 3

-¡Laura te llaman!
-No estoy para nadie. –refunfuñó debajo de las tapas de la cama.
-¡Es Osvaldo!
Abrió los ojos aún debajo, y se levantó.
-¿Osvaldo? ¿A mí?
-Si, LOL. –Dairy, su hermana, sostenía el auricular en la mano mientras con la otra seguía tecleando en el computador.
-Pásamelo –recibió el auricular y se lo puso en la oreja. -¿Qué pasa?
-Shia, para qué tan mala onda, más encima te llamo –le respondió la voz de su mejor amigo.
-Sorry Osvaldo, no quise agarrarla contigo, ¿qué te paso?
-¿A mí? Nada, ¿y a ti?
-Nada bueno. –le respondió en un susurro.
-¿A ver Laura? Conozco esa voz…
-Obvio animal, es la mía.
-Lo que quería decir es que conozco ese tono, ¿te pasó algo con un chico?
-Algo así. –Respondió a regañadientes. Ésa era una media verdad, porque sí había pasado algo, pero no exactamente con un chico onda así tan, tan “pelea de pareja”
-Cuéntame.
-Es largo.
-¿Qué tal si nos juntamos mañana?
-¿Y el PRE-universitario?
-No tengo, parece que a la Prof. se le rompió una pata, no sé. ¿Vamos a algún lado?
-Está bien.
-Eh, esto…
-Sí sé. Yo llevo el dinero, tú la compañía. –Se oyó una risa desde el otro lado de la línea.
-¡Esa es mi amiga!
-Ya dale, nos vemos.
-Adiós.
Laura volvió a su cama y se sumió nuevamente en la oscuridad de sus sábanas. No quería salir de allí jamás. Le dolía mucho el pecho, como que algo le apretaba, odiaba a Daniel por hacerle sentir miserable. Y él disfrutando por ahí. Menudo idiota. Y aún así, no podía dejar de tenerlo en su cabeza y ocupando una gran parte de su corazón.
Lo único bueno era que mañana se vería con su amigo, el único que le lograba sacar una sonrisa cuando estaba mal. Mi hermano chico… pensó, y una sonrisa extraña le atravesó la cara.