Laura miraba a Daniel expectante. Éste le pasó un brazo alrededor de los hombros.
-Pasó que el tipo se presentó como Matías. Me contó parte de sus motivos y qué lo tenía allí. Comencé a sospechar cando me dí cuenta de que me contaba demasiado para haberme conocido sólo minutos antes. Entonces él me dijo que llevaba tiempo observándome. O sea, que si yo no hubiera ido ahí él habría encontrado de alguna u otra forma hacerme participar en la S.S.J.
-O sea, ¿que era algo como sí o sí?
-Básicamente, aunque igual me dejó elegir.
-Tú aceptaste al tiro, me supongo. –Laura hizo un desprecio inconsciente.
-No me quedaba de otra.
-¿Cómo así?
-Es que él me dijo que si no aceptaba iba a ser vigilado de por vida ya que sabía de la existencia de la S.S.J.
-En otras palabras ¿usaban un tipo de psicología barata para hacerte creer que estabas eligiendo cuando te decían que si no lo hacías estabas tirado?
-Sí, prácticamente. Aunque yo nunca lo dudé.
-Si, eso parece… -Laura miró el brazo bronceado que Daniel le había pasado por delante de su estómago. Le pasó la uña de forma casi imperceptible a lo largo. Él se erizó.
-No hagas eso.
-¿Por?
-¿Quieres volver a enojarte conmigo? –Laura captó la indirecta al momento y dejó de hacerlo.
-No tienes porqué ser tan débil.
-No es debilidad, preciosa. No me tientes, eso es todo.
Laura se amurró. Daniel la miró divertido.
-¿Qué? ¿Ya no quieres seguir escuchando lo que sigue?
-¿Hay más?
-Claro, la parte más horrible de todas.
Laura guardó silencio, esperando con mucha curiosidad lo que Daniel le iba a relatar ya que no tenía idea de qué podía ser.
-Hace casi 16 meses… -comenzó a decir él, Laura supo al momento qué era lo que él iba a contarle: la difusa y enredada muerte de su hermano. Ella había asistido al velorio y al funeral, pero jamás se le hubiera ocurrido que habían cosas tan chuecas detrás de esa muerte.-…mi hermano se enteró de que yo estaba en la S.S.J., por que no sabía.
-¿Cómo…?
-A los jóvenes como yo, adolescentes, y a los jóvenes como mi hermano, de 20 años para arriba, los hacen actuar por separado. Pero en una ocasión en que se nos salió la misión de las manos ellos tuvieron que intervenir.
-¿Ellos? ¿Ellos quiénes?
-La División de Tecnología Antidifusión. La misión había sido un fiasco, y no sólo por el hecho de que salió como las reverendas, si no porque habíamos gastado personal, dinero y tecnología en algo que no tenía fundamento. O bueno, eso pensaba yo. La cosa es que llegó la DTA para sacar de en medio todo lo que podía delatarnos. Mi hermano era uno de ellos.
“Cuando me vio, ambos nos quedamos sin palabras. Al principio noté la sorpresa en su rostro, pero pronto la sorpresa dejó paso a la ira y por último al repudio. No lo entendí hasta que me di cuenta real de lo que ser parte de la DTA significaba. Ellos sacaban de circulación a todo lo que hubiera estado en contacto con la agencia. Todo.”
Daniel hizo una pausa y miró detenidamente a Laura para indicarle que siguiera el hilo de sus pensamientos. Laura entrecerró los ojos y con un mudo y terrorífico asombro abrió la boca.
-¿Todo? ¿Te refieres hasta personas?
-Exacto.
-¿¡Tú hermano era un asesino!? –exclamó Laura.
Daniel se levantó rápidamente bufando con una expresión airada en los ojos. Laura entonces se tapó la boca maldiciendo su falta de tino para decir ciertas cosas. Daniel le dio la espalda.
-No era un asesino, era su trabajo –lo defendió. Laura asintió sin dejar de sentir un miedo que le heló todo-. Cuando me vio fue hacia mí, me llevó a un lado y me dijo que me quedara ahí, que no mirara nada, que después íbamos a hablar. Pero yo miré.
Laura notó un temblor en la voz de Daniel. Se levantó y le tomó los hombros.
-Si no quieres no me cuentes, ya basta por hoy.
-Mi hermano sabía usar la pistola como nadie, -continuó él haciendo casi omiso a las palabras de Laura, ella guardó silencio –cuando me dejó en ese rincón yo no dudé en que quería ver qué hacía. Lo vi disparando, y no falló ningún tiro. Al menos no vi a nadie moviéndose luego de que él le hubiera disparado.
Laura gimió.
-Sentí de pronto que alguien me tapaba la boca y me doblaba el brazo hacia atrás. Recuerdo muy claramente la forma de algo rojo en frente mío, pero luego todo se nubló. Recuerdos borrosos acuden a mí cuando quiero algo más claro, pero no logro acordarme de nada. ¡Maldición! –gritó golpeando la pared. Un cuadro se descolgó y calló a los pies de Laura. Ella lo recogió admirando la belleza del paisaje que en él estaba representado.- Cuando volví a despertar vi a mi hermano junto a mí, apenas respiraba, tenía la cabeza cubierta de sangre y no se movía. Me levanté para verle mejor y saber si la herida que tenía era muy grave.
Daniel respiró hondo. Le dolía hablar de ese momento, pero ya había decidido contarle todo a Laura, no se echaría para atrás.
-Ya no había solución, el corte que tenía en la cabeza dejaba a la vista parte de la masa cerebral y el disparo en el pecho hacía que de sus pulmones se escapara el aire. Lo miré sin poder entender que la vida fuera tan cruel con nosotros. Fue entonces cuando sentí que me tomaba de la mano en un intento inútil por levantarse y acercaba su boca a mi oído.
“- Ed… Eduardo... Freire… -fue lo que me dijo.
“Había escuchado acerca de él, el hijo del mayor enemigo de nuestra asociación. Juré, al lado del cadáver de mi hermano, que no descansaría hasta encontrar al mal nacido que me había dejado si hermano”.
Laura notó la ira y la sed de venganza en las palabras de Daniel. Y le dio pena. Cómo alguien podía sentir tanta rabia hacia alguien, cómo se podía llegar a odiar a alguien de esa forma. Cada vez que ella se enojaba con alguien había que esperar al otro día para ver si seguía enojada pues siempre se le olvidaba la ira y aunque tratara de encontrar el sentimiento, con la noche el enfado desaparecía.
-Daniel, ¿estás seguro de que tu hermano mencionó a Eduardo porque él lo había matado?
-¿Qué quieres decir? –Daniel se volteó a mirarla con los ojos entrecerrados. Laura estaba un poco nerviosa. La furia en sus ojos la intimidaba hasta el punto de que era difícil el hablar.
-Quiero decir que tu hermano bien pudo darte el nombre de Eduardo por otra cosa. ¿Nunca se te ha ocurrido pensarlo?
-Jamás. –le respondió obstinado. Laura le tomó la cara.
-Daniel, tu hermano te miró ese día así, puesto que su trabajo no era de su completo agrado. No creo que haya querido que su hermano pequeño se volviera como él.
Daniel corrió la cara, cruzó la habitación y se detuvo lo suficiente como para notar que Laura le seguía.
-Dejemos esto por ahora, no quiero pelear contigo. ¿Te parece? –le pidió él.
-Me parece.
Laura se refugió en sus brazos y deseó quedarse allí para siempre. No notaba que desde la ventana una sombra caminaba lentamente.
El Otro Lado. Parte 2.
Hace 16 años
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